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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Y unas sugerencias a los padres que nos vamos haciendo mayores

    A modo de epílogo ... Todos los padres aceptamos y hacemos cuanto podemos para cumplir con nuestra gran responsabilidad respecto a la buena crianza de nuestros hijos. Siempre nos quedará el consuelo de que, a pesar de nuestros errores, nuestra intención no fue otra que cuidarlos y educarlos según el método que habíamos aprendido de nuestros padres. De hecho, más que el mejor, era el único que conocíamos. Incluso nos atrevimos a no repetir, con sus nietos, algunos supuestos errores paternos que aún vagan por nuestra memoria.

    Y pasan los años ... Hasta que, en algún momento, surge la inevitable cuestión familiar de “las raíces y las alas”. Parece como si dejarlos volar sin nuestra supervisión, fuera, como poco, una temeridad. Lo cierto es, creo yo, que desde el punto exclusivamente evolutivo y sin ninguna consideración o creencia de cualquier otra índole, en ese tiempo en el que las alas los van alejando de sus raíces, los padres deberíamos considerar que, de alguna manera, nuestra misión está cumplida. Hasta tal punto que la decisión de perpetuar la especie -y convertirnos en abuelos- es un derecho que también se transmite de generación en generación. En consecuencia, la educación de los hijos, si los nuestros han elegido ser padres, debería ser, como hasta ahora, un asunto preferente de sus padres -no de los abuelos-. Es su turno. 


 Dr. Juan Manuel Contreras Peso. Médico Pediatra