Y pasan los años ... Hasta que, en algún momento, surge la inevitable cuestión familiar de “las raíces y las alas”. Parece como si dejarlos volar sin nuestra supervisión, fuera, como poco, una temeridad. Lo cierto es, creo yo, que desde el punto exclusivamente evolutivo y sin ninguna consideración o creencia de cualquier otra índole, en ese tiempo en el que las alas los van alejando de sus raíces, los padres deberíamos considerar que, de alguna manera, nuestra misión está cumplida. Hasta tal punto que la decisión de perpetuar la especie -y convertirnos en abuelos- es un derecho que también se transmite de generación en generación. En consecuencia, la educación de los hijos, si los nuestros han elegido ser padres, debería ser, como hasta ahora, un asunto preferente de sus padres -no de los abuelos-. Es su turno.
Dr. Juan Manuel Contreras Peso. Médico Pediatra