La mononucleosis infecciosa (M.I.) o Fiebre Ganglionar de Pfeiffer es causada por el virus de Epstein-Barr (VEB). Este virus se transmite en la saliva por medio de la tos, los estornudos y los besos. Popularmente se la conoce como "La enfermedad del beso".
Aunque puede padecerse a cualquier edad, se presenta con más frecuencia en personas de 15 a 25 años, debido posiblemente a los contactos más íntimos con otras personas.
Los tres síntomas más frecuentes son dolor de garganta, fatiga y fiebre durante 7 a 14 días. Es significativa la inflamación de los ganglios linfáticos del cuello y, en el 50% de los niños, el bazo está aumentado de tamaño. En la analítica de sangre destaca la presencia de muchos linfocitos atípicos. El diagnóstico se confirma con una prueba específica para la mononucleosis (Reacción de Paul-Bunnell positiva).
La mayoría de los niños que la padecen suelen tener sólamente síntomas leves durante una semana. Por lo general, incluso aquellos con síntomas severos, se sienten completamente bien en 2 a 4 semanas.
Aunque las complicaciones son raras, la respiración sí puede verse dificultada por el agrandamiento de las amígdalas, las vegetaciones adenoideas y otros tejidos linfáticos de la parte posterior de la garganta.
Por otro lado, si han recibido tratamiento con amoxicilina, más del 90% de los niños con M.I., muestran una erupción cutánea generalizada.
Desde hace algunos años, se ha sugerido que algunos adultos que han tenido M.I. siguen padeciendo, durante 1 a 4 años, síntomas como fatiga, cansancio, debilidad, inapetencia, cefalea, dolores musculares o articulares recurrentes y necesidad de dormir más tiempo. Sin embargo, aún no hay evidencia científica satisfactoria que apoye este diagnóstico, denominado Síndrome de Mononucleosis Crónica o síndrome de fatiga prolongada. En general, la mononucleosis no es prolongada ni progresiva y los síntomas suelen desaparecer unas 4 semanas después de su aparición.
En lo que respecta al riesgo de contagio, la M.I. es más contagiosa mientras que el niño tiene fiebre. Pero después que desaparece la fiebre, el VEB sigue presente en la saliva hasta seis meses después, en pequeñas cantidades. Así pues, la mononucleosis sólo es ligeramente contagiosa por contacto. Los amigos, las amigas, los compañeros de habitación y los familiares rara vez la contraen (el período de incubación es de 4 a 10 semanas después del contagio).
Por tanto, aunque no es necesario aislar a la persona con M.I., sí debe, ciertamente, utilizar vasos o utensilios separados y evitar los besos hasta que la fiebre haya desaparecido durante varios días.
Puesto que no existe ningún medicamento específico que cure la mononucleosis, el tratamiento consiste en administrar fármacos que alivien la fiebre, el dolor y la inflamación.
En cuanto a la actividad física, el niño con M.I. no tiene que permanecer en cama. El reposo no acortará la duración de la enfermedad ni disminuirá los síntomas. En general, los niños pueden decidir cuánto reposo necesitan.
Es evidente que esta información se proporciona como un criterio general de orientación y educación y no necesariamente tiene que ajustarse a un enfermo en particular. Consulte a su pediatra cada caso.
Adaptado de B.D. Schmitt, MD. "Your Child´s Healh".
Aunque puede padecerse a cualquier edad, se presenta con más frecuencia en personas de 15 a 25 años, debido posiblemente a los contactos más íntimos con otras personas.
Los tres síntomas más frecuentes son dolor de garganta, fatiga y fiebre durante 7 a 14 días. Es significativa la inflamación de los ganglios linfáticos del cuello y, en el 50% de los niños, el bazo está aumentado de tamaño. En la analítica de sangre destaca la presencia de muchos linfocitos atípicos. El diagnóstico se confirma con una prueba específica para la mononucleosis (Reacción de Paul-Bunnell positiva).
La mayoría de los niños que la padecen suelen tener sólamente síntomas leves durante una semana. Por lo general, incluso aquellos con síntomas severos, se sienten completamente bien en 2 a 4 semanas.
Aunque las complicaciones son raras, la respiración sí puede verse dificultada por el agrandamiento de las amígdalas, las vegetaciones adenoideas y otros tejidos linfáticos de la parte posterior de la garganta.
Por otro lado, si han recibido tratamiento con amoxicilina, más del 90% de los niños con M.I., muestran una erupción cutánea generalizada.
Desde hace algunos años, se ha sugerido que algunos adultos que han tenido M.I. siguen padeciendo, durante 1 a 4 años, síntomas como fatiga, cansancio, debilidad, inapetencia, cefalea, dolores musculares o articulares recurrentes y necesidad de dormir más tiempo. Sin embargo, aún no hay evidencia científica satisfactoria que apoye este diagnóstico, denominado Síndrome de Mononucleosis Crónica o síndrome de fatiga prolongada. En general, la mononucleosis no es prolongada ni progresiva y los síntomas suelen desaparecer unas 4 semanas después de su aparición.
En lo que respecta al riesgo de contagio, la M.I. es más contagiosa mientras que el niño tiene fiebre. Pero después que desaparece la fiebre, el VEB sigue presente en la saliva hasta seis meses después, en pequeñas cantidades. Así pues, la mononucleosis sólo es ligeramente contagiosa por contacto. Los amigos, las amigas, los compañeros de habitación y los familiares rara vez la contraen (el período de incubación es de 4 a 10 semanas después del contagio).
Por tanto, aunque no es necesario aislar a la persona con M.I., sí debe, ciertamente, utilizar vasos o utensilios separados y evitar los besos hasta que la fiebre haya desaparecido durante varios días.
Puesto que no existe ningún medicamento específico que cure la mononucleosis, el tratamiento consiste en administrar fármacos que alivien la fiebre, el dolor y la inflamación.
En cuanto a la actividad física, el niño con M.I. no tiene que permanecer en cama. El reposo no acortará la duración de la enfermedad ni disminuirá los síntomas. En general, los niños pueden decidir cuánto reposo necesitan.
Es evidente que esta información se proporciona como un criterio general de orientación y educación y no necesariamente tiene que ajustarse a un enfermo en particular. Consulte a su pediatra cada caso.
Adaptado de B.D. Schmitt, MD. "Your Child´s Healh".