Cada vez es mayor el consenso de que enseñar a conducir no es suficiente para mejorar la seguridad de los adolescentes en la carretera. Tambien debemos influir sobre los comportamientos de los jóvenes.
Este estudio demuestra la fuerte asociación que existe entre el estilo de educación recibida y el riesgo de accidentes durante la adolescencia. Es decir, las normas y el control de los padres son factores clave para la promoción de actitudes positivas de los hijos respecto a la prevención de los accidentes de tráfico.
Se confirma, por tanto, que la conducción pertenece a la lista de los comportamientos de los adolescentes (incluyendo tambien los relacionados con el consumo de drogas, la iniciación sexual, la delincuencia y la violencia) influidos favorablemente por una educación firme.
En concreto, un acuerdo formal, por escrito, entre los padres y el adolescente, relacionado con la conducción, que exprese claramente los límites y las adecuadas restricciones, disminuye la conducción temeraria de los jóvenes.
Sin embargo, el control es sólo uno de los aspectos de la influencia protectora de la intervención de los padres, puesto que los lazos familiares son cruciales para que los hijos sean menos vulnerables en situaciones de riesgo. Y para estos lazos son fundamentales la comprensión y el apoyo.
Basándose en la relación o el equilibrio entre control-restricciones y apoyo-comprensión, Baumrind, Maccoby y Martin describieron cuatro estilos de educación:
- Los padres autoritarios imponen restricciones con poca comprensión.
- Los padres firmes controlan a sus hijos con apoyo, pero con límites.
- Los padres permisivos ofrecen apoyo emocional con pocas restricciones.
- Los padres descuidados no imponen restricciones y ofrecen escaso apoyo.
En lenguaje llano:
-los padres autoritarios podrían decir: "Lo harás porque lo digo yo".
-Los padres firmes: "Yo te cuido y te daré las libertades que te ganes, pero en lo que se refiere a tu seguridad debes hacer lo que yo te diga".
-Los padres permisivos: "Confío en tí, harás lo correcto".-Los padres descuidados: "Haz lo que quieras".
A partir de esta clasificación se elaboró una minuciosa encuesta. Las cuatro preguntas esenciales fueron las siguientes:
1ª (apoyo) : "¿Tus padres te prestan ayuda y apoyo cuando lo necesitas?"2ª (normas): "¿En tu familia existen normas claras sobre lo que puedes y no puedes hacer?"
3ª (control): "¿Tus padres investigan dónde estás cuando no estás en el colegio?"4ª (control): "¿Tus padres quieren saber con quién estás cuando no estás en el colegio?"
Los jóvenes voluntarios que participaron respondieron a cada cuestión sobre una escala de 5 puntos, desde "totalmente de acuerdo" hasta "rotundamente no".
Se examinaron, asimismo, otras características muy relacionadas con los accidentes de tráfico, tales como el empleo del cinturón de seguridad, el consumo de alcohol o drogas, el uso del teléfono móvil, sobrepasar el límite de velocidad y conducir mientras se está enfadado o con ira al volante.
Y estos fueron los resultados: la mitad de los padres fueron calificados de firmes, el 23% de permisivos, el 19% de descuidados y el 8% de autoritarios.
Por otro lado, los padres adaptan su estilo de educación a los distintos hijos y a las diferentes circunstancias, actuando según las necesidades y el temperamento de cada niño. Por ejemplo, un adolescente irresponsable puede provocar con mayor probabilidad una respuesta autoritaria ("porque lo digo yo"). En realidad, es difícil determinar cuándo la actitud de los padres guía a la de los hijos y viceversa.
En conclusión, el estilo firme beneficia a los hijos y cuando son adolescentes experimentan un riesgo de accidente significativamente menor; con independencia de la raza, las creencias, el nivel socioeconómico o la estructura de la familia. El control es más eficaz con apoyo. Los profesionales de la salud debieran transmitir este mensaje a los padres y ayudar a los adolescentes a comprender que el control y las restricciones no son una "vigilancia", sino una muestra del cariño y del deseo de los padres para garantizar su seguridad.
Adaptado de Kenneth R. Ginsburg, MD, MSEd y cols. Children´s Hospital. Philadelphia. Pediatrics. 2009;68(4):163-72.