Los pozos excavados y los perforados a percusión suelen ser la fuente de agua en las casas de campo o en los campamentos de verano.
La composición química del agua de pozo varía con la región, formación geológica y contaminación medioambiental, y puede ser beneficiosa, perjudicial o simplemente indeseable. Por ejemplo, cierta cantidad de flúor es deseable, mientras que el hierro es indeseable. Muchas otras sustancias químicas, algunas de las cuales son potencialmente tóxicas, pueden contaminarla y se atribuye su presencia a la composición del terreno y a los vertidos de la explotaciones agrícolas o industriales. Las más frecuentes son las sustancias orgánicas, los plaguicidas y los fertilizantes. La presencia de nitratos es particularmente problemática para los lactantes. El calcio y el carbonato magnésico aumentan la dureza del agua, aunque el agua dura no es tóxica.
Los microorganismos, incluidos bacterias, virus, hongos y parásitos, pueden contaminar el agua subterránea que abastece los pozos y su principal origen es la materia fecal de aguas residuales, procedente de seres humanos y animales. La forma más habitual de detectar contaminación por heces es el análisis del agua del pozo en busca de "bacilos coliformes". Es importante tener en cuenta que la ausencia de estos coliformes es una buena evidencia pero no absoluta de la ausencia de contaminación fecal.
Cuando los resultados del análisis confirman la contaminación bacteriana, el pozo debe ser tratado. La primera medida es examinar el pozo para garantizar que no tiene defectos estructurales que puedan favorecer la contaminación y a continuación debe efectuarse una "cloración de choque", utilizando concentraciones de cloro de 100 a 400 veces la cantidad presente en los suministros de agua municipales. Las demás medidas de tratamiento requieren los servicios de un profesional experto en potabilización del agua doméstica (para conocer la lista actual de contaminantes del agua de bebida, véase: www.epa.gov/safewater/mcl.html).
Por supuesto, hervir, durante al menos durante 1-3 minutos, el agua de pozo no examinada y los sistemas de filtración en el grifo puede reducir el riesgo de adquisición de microorganismos.
Las autoridades deben proporcionar acceso a la información sobre las condiciones del agua subterránea local y, para aquellas viviendas cuyo suministro de agua de bebida es un pozo particular, exigir un exámen para coliformes, nitratos y cualquier contaminante de preocupación a nivel local cuando sean vendidas. Los resultados deben, asímismo, estar disponibles para el comprador antes de cerrar la operación.
Los pediatras deben preguntar si la familia bebe agua de un pozo particular en su finca, cuando está de vacaciones, cuando viaja, en los colegios, guarderías o campamentos de verano. Esto es particularmente importante para las familias con niños muy pequeños.
Por último, y sirva de ejemplo, en lo que respecta a exámenes ocasionales, los pediatras, ante una concentración sanguínea elevada en plomo en un niño que vive en una vivienda con pozo privado, debe requerir un análisis en busca de plomo en el agua del pozo. Incluso, en algún momento de la valoración de una enfermedad insólita o desconocida debe considerarse la posibilidad de contaminación del agua del pozo. Adaptado de Michael T. Brady, MD. y cols. Comités de Enfermedades infecciosas y de Salud Ambiental. Pediatrics (Ed esp). 2009;67(6):363-9.