Existen diversas razones para el uso creciente de otras medicinas que no forman parte de la medicina convencional, tambien llamada biomedicina occidental. Muchos de los usuarios refieren que no siempre es como consecuencia de que se sientan insatisfechos con la medicina convencional, sino, en buena parte, porque consideran estas alternativas más acordes con sus propios valores y creencias ante la salud y la vida. Los motivos que los padres exponen cuando la solicitan para su hijo incluyen tambien: el temor a los efectos secundarios de los fármacos, la falta de satisfacción con la medicina convencional y la necesidad de una mayor atención personal.
Alrededor de un 20-30% de los niños sanos, visitados en las consultas de pediatría, utilizan medicinas complementarias o alternativas, junto con la asistencia convencional. Este hecho destaca la importancia de que los pediatras tengan clara la necesidad de mantener una relación abierta y respetuosa con las familias, al igual que una buena comunicación con ellas.
Muchos médicos de atención primaria, incluidos los pediatras, recomiendan medicinas complementarias o alternativas y muestran su deseo de tener más formación adicional sobre ellas. Los temas de mayor interés incluyen las plantas medicinales, la homeopatía y la acupuntura.
Cuando se plantea la integración de estas medicinas en pediatría, la primera guía a seguir, desde el punto de vista ético, es buscar información, basada en evidencia científica, acerca de que sean fiables, seguras y eficaces. Por tanto, si una medicina es segura y efectiva, el pediatra está obligado moralmente a recomendar su uso al igual que haría con cualquier otro tratamiento de la medicina convencional. Por otro lado, si una medicina no conlleva riesgo alguno y la familia manifiesta la intención de usarla, el nivel de evidencia necesario para valorar su eficacia puede tener menos importancia, en particular cuando es probable que otros fármacos de la medicina convencional tampoco sirvan para nada.
En todo caso, el concepto de "ante todo no perjudicar" es imprescindible en toda práctica clínica y los médicos deben tener en cuenta siempre los cuatro principios básicos de la ética biomédica: respeto por la autonomía del paciente, no hacerle daño, anteponer su bienestar y ser imparcial a la hora de proporcionarle la asistencia esencial. Adaptado de K. J. Kemper, MD. y cols. Pediatrics (Ed esp). 2008;66(6):387-99.
Alrededor de un 20-30% de los niños sanos, visitados en las consultas de pediatría, utilizan medicinas complementarias o alternativas, junto con la asistencia convencional. Este hecho destaca la importancia de que los pediatras tengan clara la necesidad de mantener una relación abierta y respetuosa con las familias, al igual que una buena comunicación con ellas.
Muchos médicos de atención primaria, incluidos los pediatras, recomiendan medicinas complementarias o alternativas y muestran su deseo de tener más formación adicional sobre ellas. Los temas de mayor interés incluyen las plantas medicinales, la homeopatía y la acupuntura.
Cuando se plantea la integración de estas medicinas en pediatría, la primera guía a seguir, desde el punto de vista ético, es buscar información, basada en evidencia científica, acerca de que sean fiables, seguras y eficaces. Por tanto, si una medicina es segura y efectiva, el pediatra está obligado moralmente a recomendar su uso al igual que haría con cualquier otro tratamiento de la medicina convencional. Por otro lado, si una medicina no conlleva riesgo alguno y la familia manifiesta la intención de usarla, el nivel de evidencia necesario para valorar su eficacia puede tener menos importancia, en particular cuando es probable que otros fármacos de la medicina convencional tampoco sirvan para nada.
En todo caso, el concepto de "ante todo no perjudicar" es imprescindible en toda práctica clínica y los médicos deben tener en cuenta siempre los cuatro principios básicos de la ética biomédica: respeto por la autonomía del paciente, no hacerle daño, anteponer su bienestar y ser imparcial a la hora de proporcionarle la asistencia esencial. Adaptado de K. J. Kemper, MD. y cols. Pediatrics (Ed esp). 2008;66(6):387-99.