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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

jueves, 30 de octubre de 2008

Acné de adolescentes.

El acné se debe a la actividad excesiva y a la obturación o cierre de las glándulas sebáceas. Más del 90% de los adolescentes llegan a tener acné. La causa principal es el aumento de las concentraciones de hormonas durante la adolescencia.

No es causado por la dieta, y no es necesario restringir los alimentos fritos, el chocolate o cualquier otro alimento. No tiene ninguna relación con la actividad sexual ni con la suciedad o con el hecho de no lavarse la cara con demasiada frecuencia.

Aparece sobre todo en la cara, el cuello y los hombros. Las lesiones típicas son comedones (puntos negros), pústulas (puntos blancos) y protuberancias rojas (granos). La superficie de los comedones es más oscura o negra debido a la reacción de oxidación de la grasa en contacto con el aire. El color blanco de las pústulas es por el acúmulo de pus (infección). El color rojo de los granos muestra la inflamación de la piel; por ello, pueden llegar a ser dolorosos.

En la actualidad no hay ninguna medicina mágica que cure el acné. Sin embargo, el buen cuidado de la piel puede mantenerlo bajo control y a un nivel leve.

La piel debe lavarse dos veces al día, siendo el momento más importante a la hora de acostarse. Se debe utilizar un jabón suave tal como la marca Dove. El cabello debe ser lavado diariamente, con champú. Si el cabello es demasiado largo puede empeorar el acné por fricción.

Los puntos blancos son glándulas sebáceas que se han infectado y deben ser tratados con una crema o gel de peróxido de benzoílo. Este preparado ayuda a abrirlos y a eliminar las bacterias. Puede obtenerse sin receta. Pídele a tu farmacéutico que te recomiende una marca. La crema debe ser aplicada una vez al día, a la hora de acostarse. En los pelirrojos y rubios la crema inicialmente debe aplicarse un día sí y otro no. Es posible que haya descamación de la piel. No hay que dejar de utilizarla a menos que la cara esté dolorida o muy irritada y puede ser necesaria durante uno o dos años.

Además, los puntos blancos pueden abrirse. Esto debe hacerse únicamente después de lavarse bien la cara y las manos. Los que se abren probablemente se curarán en 2 días en lugar de 7. Sin embargo, es necesario hacerlo correctamente. Usa una aguja esterilizada con alcohol. La abertura debe ser suficientemente grande, y si se quiere apretar para extraer el pus, hay que hacerlo suavemente. Abrir puntos blancos pequeños no producirá cicatrices, pero apretar granos grandes, rojos y dolorosos sí puede provocarlas.

Los tapones que cierran las glándulas sebáceas son los puntos negros o comedones y pueden ser tratados tambien con peróxido de benzoílo, puesto que es un excelente agente para eliminar la piel engrosada alrededor de las aberturas de las glándulas. Asímismo, los puntos negros pueden extraerse fácilmente con un pequeño aparato que suele encontrarse en las farmacias.

Hay que evitar, en lo posible:

-Frotarse la piel. Es perjudicial porque irrita las aberturas de las glándulas y puede hacer que se cierren más aún.
-Aplicar sustancias aceitosas o grasas en la cara. Estas empeoran el acné al obstruir todavía más. En caso de utilizar cosméticos, deben ser de base acuosa y lavarse para quitarlos antes de acostarse.
-Utilizar tónicos capilares o cremas para el cabello (especialmente si tienen un componente graso). Con el sudor se escurren hasta la cara y empeoran el acné.

Evidentemente, habrá que consultar con el pediatra o dermatólogo si el acné no mejora después de tratarlo con peróxido de benzoílo durante un mes, si éste no se tolera bien y cuando aparecen más de cinco o seis granos rojos, grandes o dolorosos al tacto o a la presión.

Puesto que el acné persiste hasta los 20 o incluso más años, el médico debe darle la importancia estética y psicológica que tiene para los adolescentes y prestarles la atención que merecen por ello. Adaptado de B.D. Schmitt, M.D. "Your Child's Health".

jueves, 23 de octubre de 2008

La madre que trabaja fuera de casa.

Más de la mitad de las madres con lactantes o niños de edad preescolar trabajan fuera de casa. La razón principal es la necesidad económica. Algunas madres vuelven al trabajo porque no quieren sentirse aisladas en el hogar o porque les gusta su trabajo o quieren mantenerse al día en su profesión.

La decisión de volver al trabajo o permanecer en casa puede ser difícil de tomar y cada madre deberá tener en cuenta sus circunstancias particulares. Pero, en cualquier caso, los hijos pueden crecer y desarrollarse bien con cualquiera de las dos decisiones. La consideración fundamental será la seguridad económica de la familia.

Si la madre puede conseguir que su hijo tenga una persona que lo cuide y atienda de forma adecuada, no hay ninguna evidencia de que regresar al trabajo cause ningún tipo de perjuicio al niño. Los hijos de madres que trabajan fuera de casa tienen un desarrollo emocional tan bueno como los demás. Entre los beneficios que tiene un niño cuya madre trabaja están un mayor grado de madurez, más oportunidades de aprender a confiar en otros adultos y a llevarse mejor con otros niños de su edad.

Después del nacimiento del bebé, una madre necesita de 6 a 8 semanas en casa para recuperarse físicamente del parto y establecer la alimentación apropiada al pecho. Sería preferible que la baja por maternidad se prolongara hasta 4 meses después del nacimiento. Para entonces la madre ya habrá adquirido mayor confianza en sus habilidades maternas y su hijo un lazo seguro con ella. Puesto que las madres no pueden permitirse el lujo de volver al trabajo cuando quieran, no deben sentirse culpables por ello.

Durante los dos primeros años de edad es mejor que los niños reciban cuidados individuales o diurnos en familia, porque necesitan más atención personal. Sin embargo, cuando no sea posible, la asistencia a una guardería establecida será la solución; aunque algunos niños necesitan ayuda, antes de los dos años, para adaptarse a ella. Para ello, cuando lo lleve por primera vez, su madre debe quedarse allí el mayor tiempo posible y al dejarlo debe hacerse con una actitud alegre, despidiéndose de él, sin tratar de escabullirse.

Ninguna madre debe sentirse agobiada si su hijo llora los primeros días cuando lo deja en la guardería. Hay que permanecer firme en la decisión si, durante la primera semana, el niño no quiere ir. Algunos niños necesitarán hasta uno o dos meses para adaptarse por completo al cambio.

La aparición de una enfermedad en el niño puede ser un trastorno considerable para la madre que trabaja. En algunos países ya se han establecido programas estatales para el cuidado de niños enfermos. La mayoría de estos servicios están ubicados en una sección especial de las guarderías.

Los niños con dolor de garganta, tos moderada, secreciones nasales o síntomas de resfriado (pero sin fiebre ni problemas para respirar) pueden, generalmente, acudir o seguir en la guardería. La decisión debe depender principalmente de cómo se siente el niño. Los niños con fiebre, vómitos o diarrea no pueden permanecer en la guardería y los que tienen una amigdalitis estreptocócica o una conjuntivitis bacteriana pueden volver a la guardería después de 24 horas de iniciar el tratamiento con un antibiótico adecuado. En todo caso, cada guardería tendrá, además, sus propias reglas acerca de cuándo un niño enfermo debe permanecer en casa.

¿ Cómo "sobrevivir" cada día como madre que trabaja ? :

- En primer lugar hay que evitar la fatiga. Si no se duerme lo suficiente, las cosas no pueden ir bien. Si es necesario, simplifique o elimine otras actividades, pero no sacrifique el sueño.

- Las investigaciones han demostrado que cómo pasa el tiempo con su hijo es más importante que cuánto tiempo pasa con él. Hay que tratar de hablar con el niño aprovechando cualquier ocasión y los treinta minutos antes de acostarlo juegue con su hijo al ritmo que él prefiera. Incluir a los hijos en las actividades de los padres, especialmente los fines de semana, tales como ir de compras, tambien es beneficioso. Si el niño, en general, está contento, quiere decir que se le está dedicando suficiente tiempo y atención.

- Cuando no se pueda disponer de más tiempo, habrá que reducir los quehaceres domésticos tanto como sea posible. Una casa impecable no debe ser el principal objetivo. El tiempo de relajación es indispensable, no es frívolo ni desperdiciado.

- Finalmente, las madres que trabajan fuera de casa deben pedir ayuda a los demás miembros de la familia y, por supuesto, no deben dejarse dominar por sentimientos de culpa. Hay que entender que lo la "supermamá" es un mito y que una madre no puede hacerlo todo por sí sóla o en forma perfecta. Necesita ayuda, y la merece. Adaptado de B.D. Schmitt, M.D. "Your Child's Health".

domingo, 19 de octubre de 2008

"Mi hijo tiene asma".

El asma es una enfermedad reactiva de las vías respiratorias y consiste en crisis repetidas de tos, sibilancias ("pitos" o silbidos al respirar), opresión en el pecho y dificultad para respirar. Cuando sustancias irritantes o alérgicas penetran en los bronquios, éstos entran en espasmo, se estrechan y se inflaman.

Especialmente en los niños pequeños, casi todas las crisis asmáticas son provocadas por infecciones virales de las vías respiratorias. A veces, una tensión emocional puede precipitar un ataque de asma y, a menudo, el asma se presenta en niños que tienen otras reacciones alérgicas tales como dermatitis atópica (eccema).

Los ataques de asma pueden, en ocasiones, ser alarmantes. Sin embargo, cuando el tratamiento se realiza de forma adecuada, los síntomas son reversibles y no quedan, por tanto, alteraciones pulmonares permanentes. El asma puede ser tambien una enfermedad prolongada, pero más de la mitad de los niños asmáticos la superan durante la adolescencia.

Evidentemente, el pediatra debe supervisar y coordinar el programa de tratamiento de cada niño asmático; pero, si en alguna ocasión, los padres dudan acerca de si su hijo tiene o no una respiración con sibilancias deben empezar a administrarle su medicación lo antes posible. Cuanto más tarde se inicie el tratamiento de la posible crisis asmática, tanto más tiempo se requiere para controlarla y evitar que se agrave. En todo caso, si los fármacos no hubieran sido necesarios, es cierto que tampoco habrán sido perjudiciales.

La mayoría de los niños asmáticos tienen crisis de tos y sibilancias después de hacer algún ejercicio agotador (asma inducido por el ejercicio). El que más frecuentemente las provoca es la carrera, especialmente si hace frío. Este problema no debería interferir con la participación en casi todos los deportes. Los síntomas pueden prevenirse utilizando la medicación antiasmática antes del esfuerzo físico. Por lo general, los niños con asma no tienen problemas con la natación ni con otros deportes que no requieren respiración rápida.

Para prevenir los ataques de asma habrá que tratar de descubrir y evitar las sustancias que los precipitan (el humo del tabaco -que puede permanecer en el aire de la casa hasta una semana-, del tubo de escape del automóvil, los olores fuertes tales como el agua de colonia o las frituras, las almohadas de plumas, etc.). Hay que aprender la forma de mantener las habitaciones libres de polvo y cambiar o limpiar regularmente los filtros del sistema de aire acondicionado. Los niños deben ducharse, lavarse el cabello y ponerse ropa limpia si ha habido algún contacto reciente con pólen, césped, hierbas o animales a los que el niño pueda ser alérgico: los pólenes o el pelo y caspa de un perro o gato permanecen durante bastante tiempo en la ropa o el cabello.

Aunque eviten la clase de gimnasia durante estos días, los niños con crisis leves de asma no deben faltar al colegio ni limitar sus actividades o su vida social. Adaptado de B.D. Schmitt, M.D. "Your Child's Health".