Hace diez años se me ocurrieron diez simples reglas que todavía me suenan como verdaderas. Sin embargo, algo en la medicina ha cambiado. Una frase se abrió paso: "Medicina basada en la evidencia". Es el uso concienzudo y con criterio de los mejores datos actuales a la hora de tomar decisiones para cada paciente. Se fundamenta en los resultados de investigaciones, pruebas y datos sistemáticos. Es una parte tan importante de la nueva medicina que recientemente se ha convertido en el tema de una sátira ingeniosa que cita, por ejemplo, a la "medicina basada en la eminencia" como un resplandor del cabello encanecido y a la "medicina basada en el nerviosismo" como una medida defensiva ante los pleitos judiciales.
Aquellas "observaciones de un pediatra joven" pueden ahora ser consideradas nuevamente a la luz de la medicina basada en la evidencia. Se hace tambien evidente que en la atención de los niños hay algo más que ciencia, datos y pruebas.
1. La recogida de datos del paciente y su examen físico son los pilares del diagnóstico. Esto se puede describir como "medicina basada en el esmero", y nos exige la aplicación firme y cuidadosa de las aptitudes que hemos ido aprendiendo en cada encuentro con los pacientes.
2. Tenga cautela al presumir que "probablemente no es nada". Cuando experimentamos una profunda inquietud con casos que no reconocemos de inmediato estamos practicando "medicina basada en la inferencia" (de inferir: llevar, deducir, conducir a un resultado). Un niño rara vez elige estar enfermo y se debe buscar con cuidado la causa de su enfermedad.
3. Confíe en su intuición. Es la "medicina basada en la clarividencia", y nos permite escuchar algo que no es evidente al oido, o ver algo que el ojo no puede percibir. Proviene de la voz y la visión serenas pero confiables de la experiencia. "Es mejor mirar con demasiada atención o frecuencia que mirar para atrás demasiado tarde".
4. Controle si le quedan preguntas. Para actuar con intuición, a lo largo del tiempo, debemos practicar la "medicina basada en la persistencia". Ejercemos este aspecto de la medicina cuando, al finalizar el día, nuestra intuición entrenada nos deja con la sensación de que quizás hemos pasado algo por alto en un paciente y llamamos, por ejemplo, a los padres por teléfono o hacemos una consulta de control a la mañana siguiente. En ocasiones aún el pediatra más experto debe mirar varias veces para establecer el diagnóstico.
5. Los médicos no practican una medicina inadecuada en forma intencional. Nunca dejamos de convertirnos en pediatras. A través de los años de práctica, avanzamos firme pero lentamente, entrelazando hebras de verdades médicas en la tela de nuestra vida. La práctica de la "medicina basada en la confluencia" nos desafía a considerar nuestro trabajo como un aprendizaje continuo.
6. Lea el libro de texto (o algo). Nuestros pacientes se merecen médicos que siempre practiquen "medicina basada en la inteligencia": nos permite aprender y procesar situaciones clínicas nuevas y difíciles, al aplicar de forma adecuada la razón; que rara vez se obtiene en una conversación de pasillo o en un programa de educación continuada de 30 minutos. Debemos destinar tiempo a la lectura.
7. Tenga cautela acerca de delegar la responsabilidad por un paciente a otro médico. Es la "medicina basada en la derivación". Cuando nos encontramos con un problema que no podemos diagnosticar o tratar porque falta experiencia, conocimiento, tiempo o recursos, podemos consultar con otro médico o derivar al paciente. En la consulta pedimos otra opinión; en la derivación, ayuda. En ambos casos, los padres de los niños que atendemos necesitan saber que sus hijos siguen siendo nuestros pacientes.
8. Nunca subestime el deseo de los padres de que quieren ofrecer lo mejor a sus hijos. La práctica de la "medicina basada en la reverencia" exige que tratemos a los padres con el respeto que merecen.
9. El médico debe apreciar el nivel de preocupación de los padres. Cuando practicamos la "medicina basada en la benevolencia" permitimos que los padres de los pacientes vean sus inquietudes reflejadas en nuestros ojos, a través de un estrecho contacto visual desde el primer momento de la consulta.
10. Los buenos médicos pueden cometer errores. Este es el aspecto más difícil de la medicina. La "medicina basada en la excelencia" establece nuestro prestigio como un proveedor que nunca escatima esfuerzos y, si ocurriera un error, será la evidencia más fuerte de que, si bien nos hemos equivocado, no somos negligentes.
No transcurre un día sin que agradezca haber tenido la oportunidad de atender a los niños. El corazón agradecido, al cual Cicerón denominó el padre de todas las virtudes, da lugar al último de los suplementos de la medicina basada en la evidencia: la "medicina basada en la efervescencia": una expresión animada y entusiasta de nuestra buena suerte por tener el privilegio de estar en condiciones de cuidar y defender a los niños. Adaptado de C.W. Callahan, DO. Pediatrics in Review. Vol. 22, núm. 10. 2001; 367-368.