Los pediatras se encuentran en condiciones de descubrir los malos tratos a las mujeres y su intervención es tambien una forma decisiva de prevenir el maltrato infantil, pues los niños cuyas madres son objeto de violencia presentan una mayor probabilidad de ser víctimas de ella. Aunque el niño no sufra agresión física, ser testigo de la violencia doméstica puede ser igualmente traumático para él.
La Academia Americana de Pediatría reconoce la importancia de mejorar la capacidad del médico para descubrir los actos violentos de la pareja, así como los malos tratos a los niños y otras formas de violencia familiar.
Además, las mujeres embarazadas pueden estar expuestas a un riesgo más elevado y ello puede causar tambien una lesión en el feto. El 8% de una muestra al azar de mujeres que acudieron a una clínica prenatal declararon, al ser interrogadas de un modo confidencial y delicado, que padecían malos tratos.
Si las mujeres revelan que son objeto de malos tratos por parte de sus compañeros pueden recibir amenazas de muerte. Por consiguiente, dicha revelación es a menudo extremadamente atemorizante y es posible que no se produzca, a menos que la mujer advierta que puede mejorar su situación y no agravarla. El riesgo de lesiones puede aumentar cuando la pareja se encuentra en trámites de separación.
No es probable que las madres que son víctimas de malos tratos busquen ayuda en el pediatra. Sin embargo, si los pediatras sospechan que están ocurriendo actos violentos en el seno de una familia deberán encarar el asunto lo antes posible; con comprensión, delicadeza y de modo absolutamente confidencial. Algunas preguntas pueden ser útiles: "¿Hay gritos o empujones? ¿Alguien se lastima? ¿Qué ocurre cuando su marido y usted discuten?". Aunque todas estas cuestiones forman parte de un asesoramiento especializado, incluido en programas de formación para aprender las técnicas de intervención en esta materia, los pediatras deberán en todo caso solicitar ayuda a los equipos de la comunidad con experiencia en aconsejar a las víctimas de malos tratos.
En conclusión, es evidente que los niños que crecen en un ambiente de violencia son más propensos a adoptar tambien una conducta violenta en el futuro y los pediatras deben estar en condiciones de intervenir para romper este círculo. Adaptado de J.A. Bays, MD. y cols. Committee on Child Abuse and Neglect. Pediatrics (ed. esp.) Vol. 45, núm. 6, 1998; 449-450.