En los niños de los países de la Unión Europea, las alergias son las enfermedades más frecuentes después de las infecciones respiratorias. Son reacciones inmunitarias adversas del organismo a sustancias normalmente inofensivas para las personas no alérgicas. Hoy en día, afectan a más de un niño de cada cuatro.
Los síntomas más frecuentes de las alergias son: congestión nasal, moqueo, picor nasal y ocular (cuando se trata de rinoconjuntivitis alérgica primaveral). En caso de asma: "pitos" (sibilancias) y opresión con dificultad al respirar. En el eccema o dermatitis atópica: erupciones de la piel y picor. Puede haber tambien síntomas que afecten a los labios, la boca y la faringe.
No todos los niños con síntomas alérgicos deben someterse a pruebas de alergia, pero sí son necesarias cuando los síntomas presuntamente alérgicos persisten o aparecen de forma periódica y son intensos.
Como no siempre es posible evitar el contacto con el alérgeno (sustancia a la que es alérgica una persona: pólenes, ácaros del polvo doméstico, proteinas de alimentos, pelo de animales, etc.), sobre todo los procedentes de plantas, en caso de una alergia a una especie en particular, reducir la exposición mejorará notablemente la salud de su hijo.
Está muy difundida la idea errónea de que no se pueden realizar pruebas de alergia a lactantes o niños pequeños. En realidad, no hay edad mínima. La limitación reside más en saber si las pruebas pueden aportar la información que, en ese momento, se necesita. Existen distintas pruebas diagnósticas para la alergia. La más adecuada es aquella que le indique el médico que mejor conozca a su hijo.
En general, sólo se necesita utilizar un pequeño número de alergenos para hacerse una idea muy aproximada de la verdadera magnitud de la alergia responsable de los síntomas que presenta el niño. Esto se debe a que muchos alergenos de una misma especie están biológicamente vinculados. Por ejemplo, si su hijo ha tenido una reacción durante la estación de polinización de las gramíneas, basta hacer la prueba con una sola especie de gramínea.
Por último, los conocimientos que los padres pueden adquirir son uno de los medios más eficaces para ayudar a su hijo con problemas alérgicos. Es decir, más información significa que podrán ayudar a evitar que la enfermedad evolucione hacia formas más graves o crónicas. Y en todo caso: ¡con un poco de suerte, la alergia de su hijo desaparecerá al crecer! Adaptado del Boletín conjunto de la Oficina de Bruselas de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) y la Federación Europea de Asociaciones de Pacientes de Alergia y Enfermedades Respiratorias (EFA). www.efanet.org