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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

jueves, 28 de febrero de 2008

Mordeduras de perro en niños.

Las heridas provocadas por las mordeduras de perro pueden llegar a ser muy graves, afectan especialmente a la población infantil y suponen un problema a escala mundial.

Aunque generalmente se considera que los más peligrosos son los perros grandes y razas como el pastor alemán, el doberman, el Pit Bull, el Rottweiler y el Chow, en realidad todos los perros deberían considerarse peligrosos, ya que incluso algunos tan pequeños como los de la raza Jack Russell provocan mordeduras graves.

En caso de modedura de perro, y hasta recibir atención médica y/o quirúrgica, las primeras medidas que hay que adoptar son las siguientes: lavar la herida abundantemente con agua del grifo o con suero fisiológico, extrayendo de ella, si es posible, todo cuerpo extraño (dientes) y elevar e inmovilizar la extremidad dañada si la herida presenta inflamación.

La herida tiene más probabilidad de presentar infección si la mordedura se ha producido en las extremidades (sobre todo en las manos), si hace más de seis horas, si presenta tejido desvitalizado y si afecta a tendones, ligamentos y articulaciones.

Las infecciones derivadas de las mordeduras de perro suelen estar asociadas a bacterias de las especies Pasteurella y Bacteroides. Afortunadamente, sólo una de cada cinco mordeduras se infecta, ya que suele tratarse de heridas superficiales, fáciles de limpiar y, por tanto, presentan un bajo riesgo de infección, por lo que no requieren en general tratamiento antibiótico.

En cuanto a la prevención del tétanos, es evidente la necesidad de estar correctamente vacunados. Y en el caso de la rabia, es conveniente que los viajeros se vacunen contra esta enfermedad si van a viajar a países en los que es endémica.

En todo caso, en lo que respecta a la población pediátrica hay que prevenir las mordeduras enseñando a los niños a tratar a los perros con respeto y evitar el contacto visual con ellos. Además, deben aprender a no acercarse a un perro extraño, a no jugar con ningún perro a menos que les esté vigilando un adulto, a no gritar o correr delante de un perro, a no acariciarle antes de que les huela ni a molestar a un perro, especialmente mientras come, duerme o da de mamar a sus cachorros. Adaptado de Morgan, M. y cols. BMJ 2007; 334(7590): 413-417.