En este estudio se demuestra que la inteligencia de un niño está relacionada con la alimentación y la actividad física de su edad adulta. Es decir, los niños con capacidad mental más elevada declaran, cuando son mayores, que consumen con mayor frecuencia frutas, verduras (cocidas o crudas), pan integral, carne de ave, pescado y alimentos fritos con aceites vegetales. Además tienen una menor tendencia a consumir patatas fritas y pasteles. La capacidad mental más elevada tambien se asocia positivamente con los hábitos de ejercicio físico, en especial con el de carácter intenso (definido por quedar casi sin aliento y sudoroso). Las asociaciones entre la capacidad mental y estas conductas son similares en ambos sexos.
Conclusión. Es digno de aplauso que, incluso a temprana edad, la capacidad de comprender y razonar sea decisiva para la conducta saludable de una persona. Adaptado de G.D. Batty, PhD.