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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 18 de febrero de 2007

Sobrepeso en niños y adolescentes.

En el año 2003, La Academia Americana de Pediatría recomendó que los pediatras calculen el índice de masa corporal (IMC) de todos los niños y adolescentes al menos una vez al año y que ante un aumento del IMC consideren que hay sobrepeso respecto a la talla. La falta de motivación del paciente o de participación de los padres y la incapacidad del médico para ayudar a cambiar el comportamiento pueden ser barreras para el empleo del IMC.

Tradicionalmente, se supone que el médico tiene que hacer algo que sea eficaz de inmediato, que el paciente cumplirá y que los efectos se verán con rapidez. Sin embargo, para facilitar una modificación del comportamiento se necesita una postura totalmente distinta: hay que ayudar al paciente (y a su familia) a identificar objetivos que pueda y quiera cambiar. Un niño en riesgo de sobrepeso tiene su propio estilo de vida y, por tanto, al tratarse de una situación prolongada, los cambios no serán tan rápidos.

El paciente de un médico que le muestra preocupación por su peso tiene más probabilidades de iniciar cambios para bajar de peso. Por ejemplo: mencionar un aumento del IMC puede bastar para que una familia pase de una etapa previa a la etapa siguiente: considerar el problema; aunque el cambio real de comportamiento pueda producirse más tarde.

En conclusión, el control del crecimiento forma parte de la práctica pediátrica preventiva y el IMC simplemente ayuda a valorar la adecuación del peso respecto a la estatura. Es evidente que la medición del IMC no puede, por sí sola, moderar una epidemia de obesidad pero, como en cualquier problema de salud, el reconocimiento precede a las soluciones. Tomado de N.F. Krebs, MD. Pediatrics (Ed esp). 2005;60(1):23-4