En nuestra sociedad, supuestamente avanzada y rica en recursos de todo tipo, los organismos responsables deberían actuar a fin de que cada profesional sanitario pudiera promocionar hábitos saludables y una alimentación adecuada, desde tempranas edades - imprescindibles para la prevención de enfermedades cardiovasculares, obesidad, etc. - y dedicar el tiempo suficiente a informar a los padres de cuestiones tan relevantes como la nutrición infantil. Es cierto que los padres pueden acceder con facilidad a las normas de alimentación que su hijo debe respetar. Sin embargo, estas pautas son criterios generales de orientación que no necesariamente se ajustan a cada caso. Por tanto, al pediatra le corresponde personalizarlas y adaptarlas a las peculiaridades de cada niño en particular.